LA
SEÑORA DE LAS SOMBRAS
Desde pequeña
lo sentí, era parte de mí, esa luz oscura, sibérica como de
noche invernal vivía en mi cuerpo, pero sobre todo en mi alma.
Yo no lo entendía, los demás eran diferentes, su luz no era
como la mía, tenía... colores? creo que así los llamaban: blancos,
amarillos, rojos, azules... en mí en cambio brillaba un manto
negro, porque sí que brillaba, mucho más que las luces de los
desgraciados.
Lo
asumí simplemente y me sentí orgullosa, lo grité a quien quisiera
escuchar, en realidad lo grité a quien yo escogiera, porque
era yo la Diosa, la Gran Señora de las Sombras. Pero como suele
pasar con lo sublime y lo extraño, ellos no comprendieron mi
discurso y me encerraron , creyendo que me castigaban y daban
miseria eterna. La verdad fue que me entregaron un reino propio,
oscuro y húmedo... calabozo lo llamaban, para mi era el más
fabuloso castillo, digno de la majestad que reinaba en él.
Desde aquí
he gobernado todo este tiempo. Los demás no lo saben aún, siguen
pensando que tienen el control, la realidad es distinta ¡Yo
soy su reina!, yo los conduzco, mi oscuridad ha aniquilado sus
luces y poco a poco se convierten en lo que soy... ya tengo
dos súdbitos: una rata que me visita de noche y el perro del
enfermero.
|